Claudia Arcos Ponce / La Habana, 2015.

La mujer cubana durante el siglo XIX logró importantes avances respecto a la lucha por sus derechos civiles que incidieron en el estado de la esfera pública, casi todos materializados en las postrimerías de la centuria. La revista Minerva, la creación del Nuevo Liceo de La Habana y la aprobación oficial de la mujer dentro de la enseñanza de la Academia de San Alejandro fueron de los hechos más trascendentales del momento. Igualmente la abolición de la esclavitud en 1886 fue determinante para la mujer negra y mestiza. En 1885 María Luisa Dolz abrió el colegio de Segunda Enseñanza en Cuba para el sexo femenino y durante los últimos veinte años del siglo se graduaron siete mujeres en la Universidad de La Habana.

La primera cubana que incursionó en la fotografía fue Encarnación Aróstegui, quien en 1853 comenzó a ofrecer servicios en la galería de O´Reilly 60. A propósito de esta figura Jorge Oller planteó la posibilidad de que el ámbito fotográfico fuera la primera manifestación artística y técnica ejercida por la mujer cubana. Lo cierto es que el trabajo de Aróstegui data de una fecha muy temprana del desarrollo del oficio a nivel mundial y su estudio se mantuvo durante más de diez años, lo que indica que la retratista tuvo aceptación por parte del público habanero.

El Censo de Cuba para el año 1899 recogió la existencia de siete mujeres dedicadas a la fotografía en toda la Isla, cifra realmente sorprendente atendiendo a las características de la época. Teniendo en cuenta la existencia de Encarnación Aróstegui en la década del 50′ y quizá de algunas otras más no recogidas en ningún documento, se puede afirmar que Cuba contó durante el siglo XIX con más de siete fotógrafas. De las siete mujeres contempladas en el censo, seis eran cubanas y se conoce de la existencia de tres estudios instalados en la ciudad de La Habana: Ida Concha, Clara García o Viuda de Room y la Viuda de Suárez. Algunas de ellas se vincularon a las galerías de sus esposos, realizando otras labores hasta incursionar en la fotografía. Clara García y la llamada viuda de Suárez, de la cual no se ha podido encontrar su verdadero nombre, heredaron los negocios tras fallecer sus respectivos cónyuges.

Como era natural, las publicaciones le concedían mayor espacio publicitario a los hombres; incluso cuando se anunciaban estudios de mujeres, siempre se reconocían con el calificativo la viuda de o la esposa de. En una sociedad esencialmente machista la alusión a los esposos fallecidos en el nombre del estudio garantizaba la confianza del público respecto al trabajo y la profesionalidad de estas mujeres. A la vez, indicaba el mantenimiento de la misma galería aunque el fotógrafo hubiera fallecido. Aun así, los comentarios dedicados a estos estudios se basaban en criterios positivos, e incitaban fundamentalmente al público femenino a consumir este servicio.

A pesar de la poca visualidad de las fotógrafas en los soportes editoriales, algunos datos demuestran que sus estudios competían en desarrollo técnico con los mejores del momento. El establecimiento de la viuda de Suárez figura en el Directorio Mercantil de la Isla de Cuba para el año 1900 como uno de los tres espacios habaneros más importantes dedicados a la venta de efectos fotográficos. Cuatro años antes Clara García había instalado en la calle Compostela una de las primeras galerías con servicio de luz eléctrica.

Citas:
A partir de 1880 la fotografia tambien se comenzo a aplicar en las comandancias de La Habana como metodo de control y reconocimeinto de los bandidos. En 1894 se creo el primer Gabinete Antropométrico de Cuba, cuyo uso del bertrillonaje requirio de los servicios fotograficos. Gran parte de las colecciones de retratos que se formaron en estos centros de justicia han llegado hasta hoy con sus respectivos expedientes de presidiarios.
Notas:
Cada artículo expresa exclusivamente las opiniones, declaraciones y acercamientos de sus autores y es responsabilidad de los mismos. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente citando la fuente y sus autores.
Sobre la autora:
Claudia Arcos (La Habana, 1992) Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de la Habana. Actualmente se desempeña como especialista de la Fototeca de Cuba.
Imágenes destacadas en el artículo:
Viuda de J. Rom. Retrato individual femenino. 1880-1910. Archivo digital de la Fototeca de Cuba.

Claudia Arcos Ponce / La Habana, 2015.

La mujer cubana durante el siglo XIX logró importantes avances respecto a la lucha por sus derechos civiles que incidieron en el estado de la esfera pública, casi todos materializados en las postrimerías de la centuria. La revista Minerva, la creación del Nuevo Liceo de La Habana y la aprobación oficial de la mujer dentro de la enseñanza de la Academia de San Alejandro fueron de los hechos más trascendentales del momento. Igualmente la abolición de la esclavitud en 1886 fue determinante para la mujer negra y mestiza. En 1885 María Luisa Dolz abrió el colegio de Segunda Enseñanza en Cuba para el sexo femenino y durante los últimos veinte años del siglo se graduaron siete mujeres en la Universidad de La Habana.

La primera cubana que incursionó en la fotografía fue Encarnación Aróstegui, quien en 1853 comenzó a ofrecer servicios en la galería de O´Reilly 60. A propósito de esta figura Jorge Oller planteó la posibilidad de que el ámbito fotográfico fuera la primera manifestación artística y técnica ejercida por la mujer cubana. Lo cierto es que el trabajo de Aróstegui data de una fecha muy temprana del desarrollo del oficio a nivel mundial y su estudio se mantuvo durante más de diez años, lo que indica que la retratista tuvo aceptación por parte del público habanero.

El Censo de Cuba para el año 1899 recogió la existencia de siete mujeres dedicadas a la fotografía en toda la Isla, cifra realmente sorprendente atendiendo a las características de la época. Teniendo en cuenta la existencia de Encarnación Aróstegui en la década del 50′ y quizá de algunas otras más no recogidas en ningún documento, se puede afirmar que Cuba contó durante el siglo XIX con más de siete fotógrafas. De las siete mujeres contempladas en el censo, seis eran cubanas y se conoce de la existencia de tres estudios instalados en la ciudad de La Habana: Ida Concha, Clara García o Viuda de Room y la Viuda de Suárez. Algunas de ellas se vincularon a las galerías de sus esposos, realizando otras labores hasta incursionar en la fotografía. Clara García y la llamada viuda de Suárez, de la cual no se ha podido encontrar su verdadero nombre, heredaron los negocios tras fallecer sus respectivos cónyuges.

Como era natural, las publicaciones le concedían mayor espacio publicitario a los hombres; incluso cuando se anunciaban estudios de mujeres, siempre se reconocían con el calificativo la viuda de o la esposa de. En una sociedad esencialmente machista la alusión a los esposos fallecidos en el nombre del estudio garantizaba la confianza del público respecto al trabajo y la profesionalidad de estas mujeres. A la vez, indicaba el mantenimiento de la misma galería aunque el fotógrafo hubiera fallecido. Aun así, los comentarios dedicados a estos estudios se basaban en criterios positivos, e incitaban fundamentalmente al público femenino a consumir este servicio.

A pesar de la poca visualidad de las fotógrafas en los soportes editoriales, algunos datos demuestran que sus estudios competían en desarrollo técnico con los mejores del momento. El establecimiento de la viuda de Suárez figura en el Directorio Mercantil de la Isla de Cuba para el año 1900 como uno de los tres espacios habaneros más importantes dedicados a la venta de efectos fotográficos. Cuatro años antes Clara García había instalado en la calle Compostela una de las primeras galerías con servicio de luz eléctrica.

Citas:
A partir de 1880 la fotografia tambien se comenzo a aplicar en las comandancias de La Habana como metodo de control y reconocimeinto de los bandidos. En 1894 se creo el primer Gabinete Antropométrico de Cuba, cuyo uso del bertrillonaje requirio de los servicios fotograficos. Gran parte de las colecciones de retratos que se formaron en estos centros de justicia han llegado hasta hoy con sus respectivos expedientes de presidiarios.
Notas:
Cada artículo expresa exclusivamente las opiniones, declaraciones y acercamientos de sus autores y es responsabilidad de los mismos. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente citando la fuente y sus autores.
Sobre la autora:
Claudia Arcos (La Habana, 1992) Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de la Habana. Actualmente se desempeña como especialista de la Fototeca de Cuba.
Imágenes destacadas en el artículo:
Viuda de J. Rom. Retrato individual femenino. 1880-1910. Archivo digital de la Fototeca de Cuba.