Juan Antonio Molina / DF México, 2003.

Digging alone: Five Cuban Photographers cuenta entre sus atractivos el de la representatividad. Por un lado, la muestra resalta el valor individual del trabajo de estos fotógrafos. Los plantea como personalidades nítidas en el espacio de la fotografía contemporánea, y por otro lado contiene un elemento sintagmático que articula en un todo coherente los trabajos de todos ellos.

Este elemento sintagmático permite localizar uno de los rasgos de la fotografía cubana contemporánea: el diálogo crítico con la cultura de origen, que a veces se expresa también como un diálogo critico con el propio medio fotográfico.

Esto ha permitido incorporar a la fotografía niveles de abstracción y conceptualización que no habían sido aprovechados previamente por la tradición fotoperiodística imperante en Cuba durante décadas.

El cambio más radical que tuvo la fotografía cubana a finales del siglo XX fue en su relación con lo artístico. Hubo un ajuste que prepararía las bases para una operatividad de la fotografía dentro del sistema de la plástica cubana e internacional. Esto, desde metodologías y propuestas estéticas que estarían priorizando lo formativo más que lo informativo, es decir, la forma más que el dato, la ambivalencia más que la evidencia.

Durante toda la historia de la fotografía cubana hubo fotógrafos interesados en desarrollar la práctica fotográfica como una práctica eminentemente artística; pero difícilmente se encuentra una armonía entre esos esfuerzos y las circunstancias particulares de la cultura y en especial del arte, antes de los años 80. Los fotógrafos representados en esta exposición están entre los que lograron adoptar un nuevo paradigma de lo fotográfico que respondería a las expectativas creadas por el resto de las artes visuales.

Este paradigma reformula la noción de documento fotográfico, cancela las búsquedas de una especificidad de lo fotográfico como tecnología, y las desplaza hacia la ideología y la retórica, sustituye lo público por lo privado, lo colectivo por lo individual, lo histórico por lo autobiográfico, el testimonio por la ficción. Y sobre todo, cambia el rol social de la fotografía, al establecer una tensión entre la imagen y las estructuras de poder, entre la experiencia estética y la experiencia cognoscitiva, entre el discurso y la realidad.

Este tipo de arte rompe con el discurso igualitarista y pan-clasista de la identidad nacional e introduce un discurso sobre la diferencia; la diferencia del individuo frente al grupo, de lo marginal frente a la norma. No es extraño que las alusiones a las diferencias de género o a las particularidades étnicas parezcan cruzar desde la obra de Kattia García y Marta María Pérez hasta las de René Peña y Juan Carlos Alom. O que el juego metalingüístico que establece Manuel Piña en sus videos parezca contener un comentario sobre las formas extraoficiales o marginales de comunicación e ideología Katia García fotografía los ambientes populares sin el aire festivo y sin el tono apologético derivado del populismo oficial. Marta María trabaja con los temas de las religiones afrocubanas y las mitologías populares sin ninguna intención ilustrativa o narrativa. Ambas han contribuido a nuevos esquemas de representación de lo femenino, que rompen con las expectativas de una sociedad machista. Kattia representa a las mujeres cubanas como figuras carentes de heroísmo y glamour. Marta María resta énfasis a cualquier estímulo erótico en sus autorretratos, a pesar de trabajar consistentemente con la representación de su propio cuerpo.

René Peña disuelve marcas de masculinidad en una fotografía sexualmente ambigua. Subraya las implicaciones políticas de la relación entre origen étnico y expectativas de consumo, exotismo y marginación en la sociedad contemporánea. Las fotografías de Juan Carlos Alom tienen también un aura de sutil marginalidad, que se transfiere tanto al elemento sexual (tan persistente en su obra) como al complemento mitológico de los símbolos que construye. Toda su iconografía parece estar contaminada por un intenso sentido de identidad racial.

Los videos que muestra Manuel Piña siguen una línea de trabajo que se concentra en la ambigüedad del lenguaje. En Heaven y Dream, el contenido (banal e intrascendente, por demás) se vuelve prácticamente indescifrable, los discursos se funden, la conversación deviene un monólogo absurdo, y las voces dejan de referirse a una instancia concreta de enunciación, como no sea la de un contexto cultural minado por la vacuidad y el sinsentido.

La obra de los fotógrafos cubanos ya no parece útil para propugnar a nivel social los esquemas de identidad construidos, difundidos y legitimados por los discursos del poder. Se trata de prácticas que más bien tienden a relacionarse críticamente con esos esquemas de realidad. Esto provoca un efecto que es eficientemente aprovechado en esta exposición: el conjunto de imágenes remite sólo de manera oblicua a la cultura cubana (al menos, a la cultura cubana en el sentido en que ha sido aceptada y acomodada por la imaginación contemporánea).

Pareciera que en la fotografía cubana, lo “cubano” debería localizarse más en ese impulso evasivo que vuelve vagas las identidades y borrosos los contextos. Sobre todo en la medida que ese impulso reproduce una compulsión de la cultura nacional por la fuga y por el distanciamiento.

Notas:
Este texto fue publicado originalmente en Fotógrafos cubanos hoy. En Catálogo de la exposición Digging Alone: Five Cuban Photographers. Gallery 106. Austin, Texas, 2003.
Este texto fue tomaso de Scribd.
Cada artículo expresa exclusivamente las opiniones, declaraciones y acercamientos de sus autores y es responsabilidad de los mismos. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente citando la fuente y sus autores.
Sobre el autor:
Juan Antonio Molina (La Habana, 1965). Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Trabajó como curador de la Bienal de La Habana y curador de la Fototeca Nacional de Cuba. Además, se desempeñó como investigador en el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Durante cuatro años fue profesor de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue editor de Fisura. Revista de literatura y arte. Participó como asesor y escritor en la curaduría y edición del libro Mapas abiertos. Fotografía latinoamericana (1991-2002). Fungió como coordinador de la XIII Bienal de Fotografía 2008 y coordinador del Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen, México, 2009. Artículos suyos han aparecido publicados en Alquimia, Aperture, Art Nexus, Arte al día, Arte cubano, Atlántica Internacional de las Artes, C Photo Magazine (Ivory Press), Encuadre, Encuentro de la Cultura Cubana, Extracámara, Fisura, La Jornada Semanal, The Journal of Decorative and Propaganda Arts, Replicante, Reviste de Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (Universidad de Tel Aviv), Luna Córnea y Tierra adentro, entre otras revistas especializadas. Ha impartido cursos, talleres y conferencias en diferentes instituciones culturales y educativas de Brasil, Canadá, China, Costa Rica, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Polonia y República Dominicana, entre otros países. Actualmente dirige el proyecto Página en blando: curaduría, escritura y pedagogía del arte, y es fundador y curador de Galería PuNcTuM.

Juan Antonio Molina / DF México, 2003.

Digging alone: Five Cuban Photographers cuenta entre sus atractivos el de la representatividad. Por un lado, la muestra resalta el valor individual del trabajo de estos fotógrafos. Los plantea como personalidades nítidas en el espacio de la fotografía contemporánea, y por otro lado contiene un elemento sintagmático que articula en un todo coherente los trabajos de todos ellos.

Este elemento sintagmático permite localizar uno de los rasgos de la fotografía cubana contemporánea: el diálogo crítico con la cultura de origen, que a veces se expresa también como un diálogo critico con el propio medio fotográfico.

Esto ha permitido incorporar a la fotografía niveles de abstracción y conceptualización que no habían sido aprovechados previamente por la tradición fotoperiodística imperante en Cuba durante décadas.

El cambio más radical que tuvo la fotografía cubana a finales del siglo XX fue en su relación con lo artístico. Hubo un ajuste que prepararía las bases para una operatividad de la fotografía dentro del sistema de la plástica cubana e internacional. Esto, desde metodologías y propuestas estéticas que estarían priorizando lo formativo más que lo informativo, es decir, la forma más que el dato, la ambivalencia más que la evidencia.

Durante toda la historia de la fotografía cubana hubo fotógrafos interesados en desarrollar la práctica fotográfica como una práctica eminentemente artística; pero difícilmente se encuentra una armonía entre esos esfuerzos y las circunstancias particulares de la cultura y en especial del arte, antes de los años 80. Los fotógrafos representados en esta exposición están entre los que lograron adoptar un nuevo paradigma de lo fotográfico que respondería a las expectativas creadas por el resto de las artes visuales.

Este paradigma reformula la noción de documento fotográfico, cancela las búsquedas de una especificidad de lo fotográfico como tecnología, y las desplaza hacia la ideología y la retórica, sustituye lo público por lo privado, lo colectivo por lo individual, lo histórico por lo autobiográfico, el testimonio por la ficción. Y sobre todo, cambia el rol social de la fotografía, al establecer una tensión entre la imagen y las estructuras de poder, entre la experiencia estética y la experiencia cognoscitiva, entre el discurso y la realidad.

Este tipo de arte rompe con el discurso igualitarista y pan-clasista de la identidad nacional e introduce un discurso sobre la diferencia; la diferencia del individuo frente al grupo, de lo marginal frente a la norma. No es extraño que las alusiones a las diferencias de género o a las particularidades étnicas parezcan cruzar desde la obra de Kattia García y Marta María Pérez hasta las de René Peña y Juan Carlos Alom. O que el juego metalingüístico que establece Manuel Piña en sus videos parezca contener un comentario sobre las formas extraoficiales o marginales de comunicación e ideología Katia García fotografía los ambientes populares sin el aire festivo y sin el tono apologético derivado del populismo oficial. Marta María trabaja con los temas de las religiones afrocubanas y las mitologías populares sin ninguna intención ilustrativa o narrativa. Ambas han contribuido a nuevos esquemas de representación de lo femenino, que rompen con las expectativas de una sociedad machista. Kattia representa a las mujeres cubanas como figuras carentes de heroísmo y glamour. Marta María resta énfasis a cualquier estímulo erótico en sus autorretratos, a pesar de trabajar consistentemente con la representación de su propio cuerpo.

René Peña disuelve marcas de masculinidad en una fotografía sexualmente ambigua. Subraya las implicaciones políticas de la relación entre origen étnico y expectativas de consumo, exotismo y marginación en la sociedad contemporánea. Las fotografías de Juan Carlos Alom tienen también un aura de sutil marginalidad, que se transfiere tanto al elemento sexual (tan persistente en su obra) como al complemento mitológico de los símbolos que construye. Toda su iconografía parece estar contaminada por un intenso sentido de identidad racial.

Los videos que muestra Manuel Piña siguen una línea de trabajo que se concentra en la ambigüedad del lenguaje. En Heaven y Dream, el contenido (banal e intrascendente, por demás) se vuelve prácticamente indescifrable, los discursos se funden, la conversación deviene un monólogo absurdo, y las voces dejan de referirse a una instancia concreta de enunciación, como no sea la de un contexto cultural minado por la vacuidad y el sinsentido.

La obra de los fotógrafos cubanos ya no parece útil para propugnar a nivel social los esquemas de identidad construidos, difundidos y legitimados por los discursos del poder. Se trata de prácticas que más bien tienden a relacionarse críticamente con esos esquemas de realidad. Esto provoca un efecto que es eficientemente aprovechado en esta exposición: el conjunto de imágenes remite sólo de manera oblicua a la cultura cubana (al menos, a la cultura cubana en el sentido en que ha sido aceptada y acomodada por la imaginación contemporánea).

Pareciera que en la fotografía cubana, lo “cubano” debería localizarse más en ese impulso evasivo que vuelve vagas las identidades y borrosos los contextos. Sobre todo en la medida que ese impulso reproduce una compulsión de la cultura nacional por la fuga y por el distanciamiento.

Notas:
Este texto fue publicado originalmente en Fotógrafos cubanos hoy. En Catálogo de la exposición Digging Alone: Five Cuban Photographers. Gallery 106. Austin, Texas, 2003.
Este texto fue tomaso de Scribd.
Cada artículo expresa exclusivamente las opiniones, declaraciones y acercamientos de sus autores y es responsabilidad de los mismos. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente citando la fuente y sus autores.
Sobre el autor:
Juan Antonio Molina (La Habana, 1965). Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Trabajó como curador de la Bienal de La Habana y curador de la Fototeca Nacional de Cuba. Además, se desempeñó como investigador en el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Durante cuatro años fue profesor de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue editor de Fisura. Revista de literatura y arte. Participó como asesor y escritor en la curaduría y edición del libro Mapas abiertos. Fotografía latinoamericana (1991-2002). Fungió como coordinador de la XIII Bienal de Fotografía 2008 y coordinador del Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen, México, 2009. Artículos suyos han aparecido publicados en Alquimia, Aperture, Art Nexus, Arte al día, Arte cubano, Atlántica Internacional de las Artes, C Photo Magazine (Ivory Press), Encuadre, Encuentro de la Cultura Cubana, Extracámara, Fisura, La Jornada Semanal, The Journal of Decorative and Propaganda Arts, Replicante, Reviste de Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (Universidad de Tel Aviv), Luna Córnea y Tierra adentro, entre otras revistas especializadas. Ha impartido cursos, talleres y conferencias en diferentes instituciones culturales y educativas de Brasil, Canadá, China, Costa Rica, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Polonia y República Dominicana, entre otros países. Actualmente dirige el proyecto Página en blando: curaduría, escritura y pedagogía del arte, y es fundador y curador de Galería PuNcTuM.