Juan Antonio Molina / Mexico DF, 1995.

Juan Antonio Molina: ¿Cómo aprecias la relación entre tu fotografía y las artes plásticas?

Marta María Pérez: Mi relación con la fotografía es de amor y de odio. He tratado de zafarme del medio fotográfico y no he podido. Pero a la vez me molesta muchísimo estar dentro de los parámetros comerciales y técnicos de la fotografía. Por eso no me considero fotógrafa. De hecho, mis fotos son técnicamente imperfectas. Cuando yo veo una buena fotografía, me pregunto: ¿Qué hago yo metida en este asunto?  Esa es la relación más primaria que tengo con la fotografía.

El desarrollo de mi trabajo me fue llevando a la necesidad de usar la fotografía como una documentación de ciertos hechos. Porque empecé acercándome a la realidad con un interés investigativo. Primero, concentrada en el tema de las supersticiones populares, aunque no eran estudios rigurosamente etnográficos o antropológicos. Después, cuando salí embarazada, trasladé todos esos intereses al tema de la maternidad. Y entonces comencé a usar mi propio cuerpo porque era la mejor manera de hablar de mi propia experiencia.

JAM: Al usar un documento tú recurres a lo que se considera intrínsecamente fotográfico. Pero al mismo tiempo parece que estás manipulando esa especificidad de la fotografía.

MMP: Es que para mí lo más importante es la idea. Tratando de representar cada idea yo trato de usar los elementos mínimos. Incluso cuando se trata de mi propio cuerpo. La fotografía viene a registrar el resultado de todo ese proceso, pero lo importante para mí es su trasfondo conceptual. No pretendo construir una imagen como si fuera una ventana, para que alguien descubra algo interesante. Quiero que el espectador encuentre algo parecido a la misma idea de la que partí yo.

JAM: ¿Tu cuerpo no significa algo más que tu cuerpo? ¿Tu imagen no significa algo más que tu imagen?

MMP: Sí, pero solamente en la medida en que trato de usar la representación del cuerpo para hablar de cosas universales. No me interesa la individualidad, con su carga egocéntrica. Me interesa hablar del ser humano en sentido general.

JAM: Tu obra ha sido calificada como feminista…

MMP: A mí no me interesa el feminismo. En el fondo, no lo comprendo. Yo no estoy involucrada en una valoración de las relaciones entre la mujer y el hombre. Hay cosas de la realidad que me tocan, pero yo puedo obviar eso en mi obra. Que usen mi obra como símbolo del feminismo no entra en mis intereses. Tampoco puedo prohibirlo, pero si me preguntan, digo que no.

Es cierto que yo toco temas femeninos, a veces inconscientemente, pero es porque soy mujer, no porque me interese el feminismo. Estoy segura de que, si fuera hombre, haría una obra semejante.

JAM: Aunque tu obra no sea feminista (y tal vez no sea tan “fotográfica”) lo cierto es que eres la voz femenina más sólida con que cuenta la fotografía cubana en este momento. ¿No te has puesto a pensar que la fotografía cubana mantiene un discurso esencialmente masculino?

MMP: Sí. Y no sólo ocurre en la fotografía, sino también en el resto de las artes plásticas. Aunque ya eso ha cambiado bastante. Pero cuando yo estudiaba, en mi grupo había cinco o seis mujeres, y había otros grupos en los que solamente había una mujer.

Yo tengo una opinión muy radical, y probablemente “feminista”, y es que yo creo que un gran porciento de las mujeres artistas, en Cuba, son buenas artistas, mientras que con los hombres no pasa igual. Tal vez eso se deba precisamente al nivel de competencia que debe enfrentar la mujer.

JAM: ¿Ha habido algún cambio en tu obra más reciente (entre 1984 y 1995)?

MMP: En general no ha habido cambios. Sigo interesada en el miedo a la muerte y en la vida misma. Sigo representando objetos rituales. Mi trabajo se vincula con la religión de una manera primaria. De la misma manera en que puede vincularse cualquier persona en Cuba. Es un tipo de relación natural, y yo lo asumo así porque es parte de mi cultura, aunque no pertenezco a ninguna religión específica. Pero me siento inclinada por todas las religiones.

En general me interesa mucho la mezcla religiosa que hay en Cuba. Porque, además de que es muy rica formalmente, y desde el punto de vista expresivo, está muy relacionada con la vida cotidiana, con los problemas del ser humano ahora mismo, y no después de la muerte. Eso, sin dejar de valorar su esencia espiritual.

Todo esto se concentra en un individuo (que en este caso soy yo misma). Hay fotos, como la de Ossain, que no necesariamente puede ser identificada por todos. Igual pasa con una campana o con la figura de Elegguá, que ya de por sí es antropomorfa. Me interesa lo que significa eso para los creyentes. Él (Elegguá) cierra y abre los caminos. Tiene que ver con el destino de las personas. Y yo traslado eso a mí propia experiencia.

Yo soy el Elegguá de mí misma. Pero lo que me depara el destino, yo no lo sé…

Notas:
Este artículo fue tomado del archivo digital de la Biblioteca Nacional de Cuba.
Cada artículo expresa exclusivamente las opiniones, declaraciones y acercamientos de sus autores y es responsabilidad de los mismos. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente citando la fuente y sus autores.
Sobre el autor:
Juan Antonio Molina (La Habana, 1965). Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Trabajó como curador de la Bienal de La Habana y curador de la Fototeca Nacional de Cuba. Además, se desempeñó como investigador en el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Durante cuatro años fue profesor de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue editor de Fisura. Revista de literatura y arte. Participó como asesor y escritor en la curaduría y edición del libro Mapas abiertos. Fotografía latinoamericana (1991-2002). Fungió como coordinador de la XIII Bienal de Fotografía 2008 y coordinador del Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen, México, 2009. Artículos suyos han aparecido publicados en Alquimia, Aperture, Art Nexus, Arte al día, Arte cubano, Atlántica Internacional de las Artes, C Photo Magazine (Ivory Press), Encuadre, Encuentro de la Cultura Cubana, Extracámara, Fisura, La Jornada Semanal, The Journal of Decorative and Propaganda Arts, Replicante, Reviste de Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (Universidad de Tel Aviv), Luna Córnea y Tierra adentro, entre otras revistas especializadas. Ha impartido cursos, talleres y conferencias en diferentes instituciones culturales y educativas de Brasil, Canadá, China, Costa Rica, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Polonia y República Dominicana, entre otros países. Actualmente dirige el proyecto Página en blando: curaduría, escritura y pedagogía del arte, y es fundador y curador de Galería PuNcTuM.
Imágenes destacadas en el artículo:
Marta María Pérez Bravo. Está en sus manos, 1994. Impresión en plata sobre gelatina. 34,3 x 30,5 cm. © Marta María Pérez Bravo. Cortesía de la artista.

Juan Antonio Molina / Mexico DF, 1995.

Juan Antonio Molina: ¿Cómo aprecias la relación entre tu fotografía y las artes plásticas?

Marta María Pérez: Mi relación con la fotografía es de amor y de odio. He tratado de zafarme del medio fotográfico y no he podido. Pero a la vez me molesta muchísimo estar dentro de los parámetros comerciales y técnicos de la fotografía. Por eso no me considero fotógrafa. De hecho, mis fotos son técnicamente imperfectas. Cuando yo veo una buena fotografía, me pregunto: ¿Qué hago yo metida en este asunto?  Esa es la relación más primaria que tengo con la fotografía.

El desarrollo de mi trabajo me fue llevando a la necesidad de usar la fotografía como una documentación de ciertos hechos. Porque empecé acercándome a la realidad con un interés investigativo. Primero, concentrada en el tema de las supersticiones populares, aunque no eran estudios rigurosamente etnográficos o antropológicos. Después, cuando salí embarazada, trasladé todos esos intereses al tema de la maternidad. Y entonces comencé a usar mi propio cuerpo porque era la mejor manera de hablar de mi propia experiencia.

JAM: Al usar un documento tú recurres a lo que se considera intrínsecamente fotográfico. Pero al mismo tiempo parece que estás manipulando esa especificidad de la fotografía.

MMP: Es que para mí lo más importante es la idea. Tratando de representar cada idea yo trato de usar los elementos mínimos. Incluso cuando se trata de mi propio cuerpo. La fotografía viene a registrar el resultado de todo ese proceso, pero lo importante para mí es su trasfondo conceptual. No pretendo construir una imagen como si fuera una ventana, para que alguien descubra algo interesante. Quiero que el espectador encuentre algo parecido a la misma idea de la que partí yo.

JAM: ¿Tu cuerpo no significa algo más que tu cuerpo? ¿Tu imagen no significa algo más que tu imagen?

MMP: Sí, pero solamente en la medida en que trato de usar la representación del cuerpo para hablar de cosas universales. No me interesa la individualidad, con su carga egocéntrica. Me interesa hablar del ser humano en sentido general.

JAM: Tu obra ha sido calificada como feminista…

MMP: A mí no me interesa el feminismo. En el fondo, no lo comprendo. Yo no estoy involucrada en una valoración de las relaciones entre la mujer y el hombre. Hay cosas de la realidad que me tocan, pero yo puedo obviar eso en mi obra. Que usen mi obra como símbolo del feminismo no entra en mis intereses. Tampoco puedo prohibirlo, pero si me preguntan, digo que no.

Es cierto que yo toco temas femeninos, a veces inconscientemente, pero es porque soy mujer, no porque me interese el feminismo. Estoy segura de que, si fuera hombre, haría una obra semejante.

JAM: Aunque tu obra no sea feminista (y tal vez no sea tan “fotográfica”) lo cierto es que eres la voz femenina más sólida con que cuenta la fotografía cubana en este momento. ¿No te has puesto a pensar que la fotografía cubana mantiene un discurso esencialmente masculino?

MMP: Sí. Y no sólo ocurre en la fotografía, sino también en el resto de las artes plásticas. Aunque ya eso ha cambiado bastante. Pero cuando yo estudiaba, en mi grupo había cinco o seis mujeres, y había otros grupos en los que solamente había una mujer.

Yo tengo una opinión muy radical, y probablemente “feminista”, y es que yo creo que un gran porciento de las mujeres artistas, en Cuba, son buenas artistas, mientras que con los hombres no pasa igual. Tal vez eso se deba precisamente al nivel de competencia que debe enfrentar la mujer.

JAM: ¿Ha habido algún cambio en tu obra más reciente (entre 1984 y 1995)?

MMP: En general no ha habido cambios. Sigo interesada en el miedo a la muerte y en la vida misma. Sigo representando objetos rituales. Mi trabajo se vincula con la religión de una manera primaria. De la misma manera en que puede vincularse cualquier persona en Cuba. Es un tipo de relación natural, y yo lo asumo así porque es parte de mi cultura, aunque no pertenezco a ninguna religión específica. Pero me siento inclinada por todas las religiones.

En general me interesa mucho la mezcla religiosa que hay en Cuba. Porque, además de que es muy rica formalmente, y desde el punto de vista expresivo, está muy relacionada con la vida cotidiana, con los problemas del ser humano ahora mismo, y no después de la muerte. Eso, sin dejar de valorar su esencia espiritual.

Todo esto se concentra en un individuo (que en este caso soy yo misma). Hay fotos, como la de Ossain, que no necesariamente puede ser identificada por todos. Igual pasa con una campana o con la figura de Elegguá, que ya de por sí es antropomorfa. Me interesa lo que significa eso para los creyentes. Él (Elegguá) cierra y abre los caminos. Tiene que ver con el destino de las personas. Y yo traslado eso a mí propia experiencia.

Yo soy el Elegguá de mí misma. Pero lo que me depara el destino, yo no lo sé…

Notas:
Este artículo fue tomado del archivo digital de la Biblioteca Nacional de Cuba.
Cada artículo expresa exclusivamente las opiniones, declaraciones y acercamientos de sus autores y es responsabilidad de los mismos. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente citando la fuente y sus autores.
Sobre el autor:
Juan Antonio Molina (La Habana, 1965). Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Trabajó como curador de la Bienal de La Habana y curador de la Fototeca Nacional de Cuba. Además, se desempeñó como investigador en el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Durante cuatro años fue profesor de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue editor de Fisura. Revista de literatura y arte. Participó como asesor y escritor en la curaduría y edición del libro Mapas abiertos. Fotografía latinoamericana (1991-2002). Fungió como coordinador de la XIII Bienal de Fotografía 2008 y coordinador del Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen, México, 2009. Artículos suyos han aparecido publicados en Alquimia, Aperture, Art Nexus, Arte al día, Arte cubano, Atlántica Internacional de las Artes, C Photo Magazine (Ivory Press), Encuadre, Encuentro de la Cultura Cubana, Extracámara, Fisura, La Jornada Semanal, The Journal of Decorative and Propaganda Arts, Replicante, Reviste de Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (Universidad de Tel Aviv), Luna Córnea y Tierra adentro, entre otras revistas especializadas. Ha impartido cursos, talleres y conferencias en diferentes instituciones culturales y educativas de Brasil, Canadá, China, Costa Rica, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Polonia y República Dominicana, entre otros países. Actualmente dirige el proyecto Página en blando: curaduría, escritura y pedagogía del arte, y es fundador y curador de Galería PuNcTuM.
Imágenes destacadas en el artículo:
Marta María Pérez Bravo. Está en sus manos, 1994. Impresión en plata sobre gelatina. 34,3 x 30,5 cm. © Marta María Pérez Bravo. Cortesía de la artista.